Racismo institucional en las escuelas: una condena para lxs niñxs negrxs
Por Edmy Ayala
Imagina que eres una niña negra de 11 años de un hogar monoparental. Eres estudiante de educación especial del Sistema de Educación Pública y por dos años diariamente recibes insultos como: “negra sucia”, “negra dientúa”, “pelo de caíllo”, “negra asquerosa” y “mona”, por parte de dos compañeras de clase. Y después de que tu madre denuncia los hechos al director, no pasa nada… ¿Cómo reaccionarías?
Alma Yariela Cruz Cruz, quien vivió en carne propia el relato anterior, decidió defenderse, y por ello fue expulsada y arrestada. Después de este lamentable incidente, y por más de un año, se enfrentó al Sistema Judicial de Puerto Rico por los cargos de agresión, amenaza y alteración a la paz. El caso de Alma es un ejemplo contundente de la manifestación del racismo individual e institucional.
“Si uno va a una sala en el Tribunal de Menores casi todos los niños que están allí son de raza negra, número uno; y número dos: tienen uniformes escolares, casi todos, de escuelas públicas”, afirmó el licenciado Leo Aldridge, primer abogado de Alma en el pleito legal.
A pesar de que tanto la Ley 104 de 2016 del Gobierno de Puerto Rico sobre el Hostigamiento e intimidación o “bullying”; la Ley 8115 de 2011 del Reglamento General de Estudiantes del Sistema de Educación Pública y la Ley 195 de 2012 de la Carta de Derechos de los Estudiantes; originalmente, fueron redactadas para proteger a lxs niñxs en las instituciones escolares, ninguna menciona ni reconoce directamente el acoso racial como un tipo de bullying. Estas leyes no se pusieron en vigor para proteger a Alma.
Cuerpo negro, blanco de ataque
Afirmaciones como: "somos una mezcla de tres razas”, "es imposible que en la isla exista el racismo", "es que no vemos color" y “eso era un problema de antes” son ejemplos evidentes de las manifestaciones del racismo que solo es señalado cuando se manifiesta de formas extremas (ejemplo: violencia física). Entonces, incluso nuestras leyes y reglamentos pueden convertirse en estoicos testigos de este mal.
“En términos concretos, lo que tiene que ver con todo lo que representa la negritud a través de nuestros cuerpos es continuamente rechazado, negado, burlado, humillado. Esto lo encontramos a lo largo de todas las etapas de desarrollo. Desde que nacemos, hasta que morimos. [...] El pelo viene siendo uno de los ataques principales”, argumentó la profesora e investigadora Mariluz Franco Ortiz del Instituto de Investigaciones Interdisciplinarias en la Universidad de Puerto Rico (UPR) Recinto de Cayey y miembro de Colectivo Ilé; organización que se dedica a la educación antirracista en el archipiélago desde una perspectiva sistémica e institucional. Franco también señala que este proceso debe comenzar en las etapas tempranas de desarrollo.
Según la psicóloga pediátrica, Elimarie Caballero Quiñones los niños están en el proceso de desarrollo de identidad y deben aceptarse tal cual. “En la medida que alguien limita esto, están coartando el desarrollo de su autoestima y crean inseguridades innecesarias. Lo que ha pasado mucho en las escuelas afecta su desarrollo de manera indebida, y (evita) que ellos se sientan bien con quienes son”, añadió Caballero Quiñones.
De acuerdo con el proyecto realizado en la UPR Cayey, titulado: Más allá de la autoestima: Hacia un acercamiento integral de una pedagogía antirracista en escuelas elementales, “aunque la mayoría de los maestros reconocen que en Puerto Rico existe el racismo y están dispuestos a enfrentarlo, su conocimiento del problema es limitado. Esto impide que puedan ser agentes efectivos de cambio. Por ejemplo, muchos maestros solo vinculan el racismo a expresiones de violencia extrema [...] sin percatarse de las manifestaciones más solapadas, institucionalizadas e internalizadas del fenómeno”.
Reglas que “condenan” la identidad
En una comparación entre el reglamento del Sistema de Educación Pública y el de algunas escuelas privadas se arroja que el primero no cuenta con un inciso claro sobre etnicidad. Sin embargo, los reglamentos de algunas instituciones privadas son enfáticos y utilizan la palabra “etnia” para referirse a lo no apropiado, clara evidencia del racismo institucional.
Por ejemplo, en uno de los reglamentos el inciso en la sección de higiene personal establece que: los varones deben mantener el cabello debidamente recortado, bien peinado, limpio y saludable. [...] no se permitirán recortes asimétricos donde se vea el cabello más largo en la parte superior que en la inferior o a la inversa. Tampoco: “se permitirán recortes de varios niveles, mohicanos, con surcos, boinas, partes afeitadas, cortes étnicos o estilo V. También enfatizan que: no podrán llevar trenzas, y el volumen del pelo no podrá ser mayor de una pulgada.
Muchos los casos
Un padre recibe una carta del colegio donde estudian sus hijos. Esta indica que llevar el pelo afro y no un "recorte tradicional" es una violación al reglamento escolar y deben recortarse.
El padre solicita una reunión con la decana del colegio y establece que el peinado de sus hijos “era un recorte tradicional de jóvenes afrodescendientes”. La institución no pudo refutar su argumento.
A principios del próximo año escolar el reglamento fue enmendado con un inciso que establecía: "el largo del cabello es de dos a cuatro pulgadas de alto".
La institución privada sustentó la enmienda al reglamento estableciendo que el aspecto (recorte afrodescendiente) no era profesional y el deber del colegio es educar a futuros profesionales.
Cabe señalar que el padre de los menores es un hombre negro, contador y lleva su cabello rizado y largo.
A pesar de esto, y “para llevar la fiesta en paz”, su hijo comenzó a llevar el pelo bajito o seco, pero le causaba "frustración y ansiedad estar, de cierta forma, escondiéndose todos los días”. Este acontecimiento afectó la autoestima de su hijo, pero decidió aprovechar la situación “para fortalecerlo”.
Por otra parte, Idenisse Salamán una mujer negra y colaboradora en el Departamento de Educación de Puerto Rico, a pesar de que está consciente de las realidades del racismo en la isla supo de un acontecimiento que la marcó: uno de sus estudiantes, un joven negro de duodécimo grado, que llevaba su cabello afro, evidentemente afectado le contó cómo su maestra de comercio no le permitió postularse para la directiva de su clase porque “su imagen no era apropiada para el cargo para el cual se estaba postulando”. Le dijo que, antes de hacerlo, “se debía recortar”.
Cuando el estudiante le respondió que no se quería recortar, la maestra le refutó que sí, que se tenía que recortar, porque “no se veía limpio”. Esta prosiguió a desaliñarse el pelo, y le cuestionó: “¿Tú me respetarías como profesional así?”, el estudiante le respondió que no, “porque estaba despeinada”.
Al final, el joven desistió de postularse.
Más que anti discrimen, leyes antirracistas
Mientras en el país todavía se cuestiona la gravedad, veracidad, o pertinencia del racismo y su manifestación institucional, en California y en la ciudad de Nueva York, buscan combatirlo por medio de políticas públicas más equitativas y desde una perspectiva más holística.
California se convirtió en el primer estado de los Estados Unidos en prohibir discriminar por cabello natural en escuelas y espacios de trabajo al aprobar, por voto unánime y con el aval de su gobernador, el Proyecto de Ley del Senado Número 188. Gracias a este, ahora las leyes antidiscriminatorias del estado también reconocen y protegen los "rasgos asociados históricamente con la raza, incluidos, entre otros, la textura del cabello y los peinados protectores".
Por otro lado, la ciudad de Nueva York enmendó su Ley de Derechos Humanos para que esta ahora proteja de manera explícita “los derechos de los neoyorquinos de mantener el cabello natural o los peinados que están estrechamente relacionados con sus identidades raciales, étnicas o culturales”, peinados como las trenzas, los dreadlocks, afros, fades, entre otros. Ahora, la comisión de la ciudad puede imponer multas de hasta $250,000 a los acusados de violentar esta disposición, o hasta forzar cambios en las políticas internas o reajustes en las instituciones ofensoras.
Y es que, según la profesora Tricia Rose, directora del Centro de Estudios de Raza y Etnicidad en América en la Universidad Brown y directora del Proyecto Cómo Funciona el Racismo Estructural, existe evidencia de inequidad racial “en todos los aspectos de la vida; trabajos, empleo, riqueza, discriminación en educación, justicia criminal, medios, vivienda, salud, salud mental, agencias de seguro, préstamos, bancos, [...] Virtualmente, no existe un espacio de la vida donde el racismo no esté operando”.
Situándonos en contexto puertorriqueño del racismo este mal está directamente correlacionado al sistema económico de la esclavitud y la necesidad de una educación antirracista. “Por eso es que hablamos de que el racismo no es individual ni aislado. Es una sistema de ideas que privilegia a un grupo de seres humanos por unas cualidades que supuestamente le confiere su raza, las cuales son construidas socialmente”, afirmó la profesora Franco.
Los persigue
Según el Centro de Información Censal de la UPR Cayey, las personas negras en la isla, tienen una mayor probabilidad de estar desempleados, por un 4%. Y, según el informe Kids Count del 2019 y el portal Kids Net del Instituto del Desarrollo de la Juventud, el 58% de los niñxs en Puerto Rico viven bajo el nivel de pobreza.
Para niñxs y jóvenes negros este porcentaje es de 59%. Y, mientras un 29% de lxs niñxs viven en hogares con un alto costo de vivienda, en el caso de lxs niñxs negrxs este es un 37%. A esto se le añade que el 52% de ellos viven en familias monoparentales y la mediana de ingreso anual en sus familias es de solo $18,200.
Un insulto racista o una falta de afirmación racial en el entorno escolar o familiar son sucesos que informan y definen el desarrollo de la identidad de la niñez. Y esto los puede perseguir, incluso, hasta su etapa de adultez. El lenguaje ha sido señalado, una y otra vez, como una herramienta que sostiene el racismo individual e institucional.
“La experiencia dice que hablar sobre el racismo no es fácil cuando no se tiene la práctica ni un lenguaje antirracista fluido. Se necesita disposición y vulnerabilidad para pasar de la etapa de negación a las etapas de coraje compartido y acción afirmativa”, mencionó la educadora, organizadora e integrante de Colectivo Ilé, María Reinat-Pumarejo.
Para muchos el racismo institucional que carcome nuestros entornos escolares los afecta directamente de por vida, aún cuando siendo adultos, ciudadanos de bien y profesionales son juzgados y rezagados por un sistema que los invisibiliza y los hace responsables por los resultados de un racismo violento (y solapado) engranado en quienes somos como sociedad.
¿Es justo que nuestrxs niñxs tengan que crecer con reglamentos que laceran su identidad y que los hagan sentirse indignos? ¿Es justo que una niña negra sea expulsada y arrestada por defenderse, y que, por los protocolos y leyes de acoso no protegerla, la sometan a un proceso judicial? La gran pregunta es: ¿hay cabida para un Puerto Rico que priorice combatir el racismo solapado e institucional que año tras año condena a miles de niñxs negrxs?