Querida Chinyere,
Hoy pude acompañarte y ser testigo de las injusticias que has tenido que pasar por más de un año y cuatro meses desde que te separaron de tu bebé. Se supone que esta es una nota periodística pero no puedo. Llegar hoy al Tribunal Federal, a esas paredes tan frías y llenas de gentes en cuadros y en salas que no se parecen a nosotras y que representan “la justicia”, me partió el alma. Ese espacio no nos pertenece, no se supone que estuvieras allí. Sentada con toda tu paz y tenacidad para que te devuelvan a tu hijo. Un año y cuatro meses, desde el 4 de marzo de 2020. Un año y cuatro meses sin poder abrazar, amamantar, alimentar y ver crecer a tu hijo todos los días. Un año y cuatro meses desde que el Departamento de la Familia y el SWAT llegaron a tu casa y tocaron a tu puerta con una trabajadora social que no hablaba inglés. Sin un interprete. Hoy vi testificar a la trabajadora social del caso y las negligencias fueron evidentes. Sus juicios, prejuicios y el racismo de un sistema que históricamente nos ve como amenaza, que nos separa de nuestros hijxs por unas construcciones sociales que dicen que no somos aptas para cuidar y proteger a nuestrxs hijxs. Que esta piel está destinada al trauma generación tras generación.
En este caso, el Departamento de la Familia no ha cumplido con su deber de garantizar el bienestar de nuestros niños y niñas, y asegurar que los procedimientos en los casos de maltrato a menores se atiendan con diligencia. La ley dice que se deben atender los casos con diligencia. Pero hoy, la trabajadora social no pudo precisar cuantos casos activos tiene, en unos momentos contestó bajo juramento que tenía 15 casos, en otro momento que tenía 35. Aseguró en su testimonio que el Departamento de la Familia no tiene interpretes y personal capacitado para atender a familias que no hablan español como primer idioma. La justicia en el lenguaje no es parte de los protocolos ni las normativas. La diligencia que se especifica en la Ley 246 de Puerto Rico, así como en la ley federal del Family First Prevention Services Act que busca prevenir la separación de familias y programas de apoyo y acompañamiento a cuidadores, promoviendo que los menores permanezcan, siempre que sea posible, en sus hogares o con familiares. El Departamento de la Familia, en vez de garantizar que Messiah estuviera con su familia y otros familiares, optó por mantener al menor en Hogares grupales, en medio del COVID 19 y la trabajadora social aseguró que los padres nunca ofrecieron información de otros familiares y que por eso no se hicieron gestiones… Que bueno que tu abogado presentó evidencia de los acercamientos que hizo el abuelo de Messiah para que estuviera con él pero el Departamento, la supervisora regional y la trabajadora social hicieron caso omiso a la petición del abuelo a pesar de haber estado copiadas en correos electrónicos donde el abuelo hizo su solicitud. Escuchar que la trabajadora social no había visto el email y que a pesar de que se había discutido la solicitud de el abuelo en una reunión y saber que ella no hizo nada, es prueba suficiente de que lo que hace falta en este caso para garantizar el bienestar del menor, es voluntad.
Chinyere, puedo imaginar lo difícil que ha sido pasar por toda esta pesadilla en medio de una pandemia. El no haber podido tener visitas presenciales con Messiah porque una persona que labora en el Hogar tuvo Covid. Que te interrumpieran la lactancia, al separarlos. Intentar lactarlo o extraerte leche y que la trabajadora social lo redujera a que “´tú nunca llevaste la leche al Departamento de la Familia”, cuando ellos nunca te dieron fé de que tendrían los recursos para mantener la leche congelada y hacer un buen manejo desde el Departamento hasta el Hogar. El saber que a tu niño le dio bronquitis, también asma y que no tuvo tu cuidado y la alimentación que han decidido para Messiah. Enterarte allí que le hicieron evaluación de terapia del habla y ocupacional y que ni tan siquiera te han enviado los resultados de esas evaluaciones. Que has estado solicitando que le hablen en inglés y que pueda estar en un entorno apropiado para que cuando esté con ustedes puedan comunicarse.
Te han arrancado todos los vínculos maternales, afectivos y cruciales para el desarrollo de tu bebé. Esos que garantizan tú estabilidad emocional y la de tú familia. Juro, que no sé de donde sacas tanta fuerza. Aunque puedo imaginar el deseo y el amor que han hecho que no te quiebres, aunque ese ha sido el intento. Que les cancelaron todas las visitas presenciales desde mediados de agosto hasta diciembre de 2020. Cuatro meses sin ver a tu bebé, por la cuarentena y el brote de Covid en el Hogar. No poder hablar de estas injusticias. Una ley de mordaza.
Un año y cuatro meses.
Un año y cuatro meses.
Mañana que ya es hoy, 21 de julio de 2021 seguirán los testimonios en la sala #4 del Tribunal Federal. Espero que el juez, Raúl M. Arias-Marxuach determine a favor del mejor interés del menor y su familia. Que pueda hacer lo que el Sistema de Justicia de Puerto Rico no pudo hacer. Que sea diligente.
Ojalá que tan pronto como mañana esta pesadilla se acabe y que puedas tener a Messiah en tus brazos y siempre, junto a ti.
Gloriann Sacha
7.21.21 12:56 pm
*Comparto también escrito que realicé en septiembre del año pasado que nunca fue publicado. Además de el enlace a entrevista sobre este caso con Lourdes Santaballa, especialista en lactancia que acompaño a Chinyere en su intento por amamantar y alimentar con leche humana a Messiah Bey. https://www.revistaetnica.com/blogs/news/el-caso-del-bebe-messiah-bey
…decisiones que redunden en beneficio y mejor interés del menor.
Por Gloriann Sacha Antonetty Lebrón
15 de septiembre de 2020
Hace 6 meses que Chinyere Osuyi no está con su hijo. El 23 de noviembre cumple su primer año. El día que los separaron tenía solo tres meses. Desde el Programa de Alimentación Federal habían hecho un reporte pues el bebé, Messiah Bey estaba bajo peso por una libra y media según las tablas de crecimiento. A los varios días, después de esa cita el Departamento de la Familia, tocó sus puertas. Ella se reusó a llevar a su hijo al hospital esa tarde. Su esposo, Raphael, el papá de Messiah no estaba en la casa. La trabajadora social no tenía un asiento protector en su carro y comenzaban los casos de Coronavirus en Puerto Rico. La comunicación entre la trabajadora social y Chinyere no era efectiva, pues ella no hablaba inglés y Chinyere no habla español. La trabajadora social usó el traductor de Google para intentar la comunicación.
Chinyere es una madre y mujer que se ve como yo. Es una mujer negra, que usa turbantes para cubrir sus “dreadlocks”. Tiene una mirada cálida que da confianza. Su voz es firme. Tan firme como ella. Las veces que la he visto en el tribunal, se me ha cerrado el estómago. He querido abrazarla y llorar con ella. Nunca la he visto llorar. Pienso en mis hijos… En la maravilla que ha sido lactarlos, alimentarlos desde mi cuerpa. Me entristece esta separación. Me duele esta rupturea familiar.
Cuatro días después de la primera visita de la trabajadora social el Departamento de la Familia volvió a tocar su puerta pero esta vez con la Policía y la División de Operaciones Tácticas. ¿Por qué era necesaria esta intervención tan abrupta, tan violenta?
Raphael, el papá de Messiah es un hombre negro, también lleva “dreadlocks” largos y tiene una voz ronca y fuerte. Es chef y es rastafariano. Lamentablemente es percibido como un hombre violento, como un hombre que usa drogas, como un hombre que hace daño. Esa ha sido la construcción que han impuesto los sistemas, los medios de comunicación y las narrativas de las películas sobre los hombres negros. ¿Por qué hacía falta la División de Operaciones Tácticas?
Hay muchas cosas que aún no entiendo de este caso. Chinyere y Raphael tienen una orden de mordaza por parte del tribunal y no pueden hablar de su caso con los medios, por tratarse del caso de un menor. Solo sabemos que aquí hubo una ruptura familiar que nos levanta dolores y traumas tan palpables en nuestro presente de injusticias raciales, como esos traumas históricos y deshumanizantes para los negros que se vivieron durante la esclavización de lxs afrocanxs. Ver a Chinyere y a Raphael, luchar por su hijo en un Sistema tan racista y colonial me desgarra el alma. Me duele saber que no hay ninguna diferencia entre los tiempos de la esclavización y el ahora. Pienso en todas nuestras ancestras que fueron forzadas a separarse de sus propios hijos e hijas. Que no pudieron amamantar y alimentar a sus crías, pero fueron obligadas a alimentar a los hijos del amo. Pienso en toda la leche, sangre, sudor y lágrimas derramadas por familias, compañeros, parejas que fueron separadas pues el amor, la crianza y las relaciones familiares son nuestra fuerza y ese fue la formula para quebrantarnos. Pienso en mis hijxs, en las violencias que he recibido del Sistema, al miedo a que nos puedan quitar nuestros hijos. Ese miedo que en nosotras las mujeres negras, indígenas, asiáticas, inmigrantes y empobrecidas siempre está a flor de piel. En ese sentido de impotencia o persecución por como lucimos, por nuestra negrura y nuestras creencias espirituales.
Duele demasiado ser percibido como un ser humano violento, duele que no se nos reconozca nuestra humanidad. Duele que menores tengan que estar sus primeros meses de vida lejos de su madre y de su padre. Duele el discrimen. Y me pregunto si alguien más allá de Chinyere, Raphael y nuestra comunidad estará pensando en el “beneficio y mejor interés del menor”.
* Ilustraciones y fotos en esta carta y nota: 1. E. Barreto, 2. Jordan Anthony Swain 3. Margie and the Moon.